CRÓNICAS EN PANDEMIA
¿Cómo era ANTES? Ya ni me acuerdo.
Vamos por el 2do. año de esta peste pandémica llamada Covid-19 y es como si el tiempo se hubiera transformado en otra cosa. Lo vivimos como algo nuevo que se va modificando según el devenir: Pandemia, Cuarentena, Restricciones, 1ra. Ola, 2da. Ola, Vacunas, 1ra. dosis, 2da. dosis... Desde que se publicó el 1er. DNU con las reglas de cuidado de la 1ra. Cuarentena, nuestro mundo cambió para siempre.
Cuarentenas
Estar en Cuarentena Fase 1 era, además de usar barbijo tapando nariz y boca, si podían agregarse anteojos o antiparras, y si además se usaba una máscara de acrílico o flexiglás, mejor que mejor. Pero además, era memorizar otras reglas de cuidado para evitar contagios, como llevar consigo (y obviamente, en casa) alcohol al 70% o alcohol en gel (si unx andaba en la calle) para usarlo en todo momento. Lavarse las manos rigurosamente (con jabón común o, de ser posible, jabón antibacterial) al llegar a casa. Rociar con alcohol (o algún antibacterial) todas las prendas usadas y ponerlas al aire, o bien, lavarlas de ser posible. Rociar o lavar frutas y verduras, rociar paquetes o latas de alimentos y cualquier objeto con el que hayamos estado expuestos. En la calle y en los negocios, mantener una distancia de 2 mts. respecto de las demás personas, lo cual implicaba hablar poco o nada, porque hablar con barbijo obstruye el sonido, y hablar a los gritos tampoco da. Así que éramos (y quizá sigamos siendo) personas aisladas que casi no se comunican, por temor al contagio.
Pero estar en Fase 1 también significaba alejarse lo menos posible del domicilio propio, salir lo menos posible, no quedarse charlando en la vereda, estar "guardados" al máximo porque "el virus circula con nosotros", somos nosotros quienes salimos a buscarlo. Significaba que, si alguien vivía solx, no se sintiera cómodx molestando a nadie para que lx ayude con los mandados y por lo tanto, sentir culpa si unx se alejaba más de lo permitido de su domicilio para hacer la recorrida, y de una sola vez, comprar todo lo necesario. Porque no todo se consigue en el chino de enfrente, o del barrio, por más que haya varios "chinos" en las cercanías de tu manzana. O sentir culpa al mentir en la heladería pidiendo 2/4 por separado, diciendo que el 2do. 4to. era para la "vecina", y al ver que la empleada escribía "vecina" en uno de los potes... Vergüenza y culpa. O escuchar con vergüenza que alguien desde un auto nos gritaba "Cuarentena", si nos veía por la calle. Así de internalizada teníamos la idea de lo que significaba hacer "Cuarentena estricta".
Y la obsesión por escuchar todos los días por la mañaña el informe que la Viceministra de Salud, hoy Ministra, daba sobre la cantidad de contagios, el tipo, aprendimos lo que era contacto estrecho, circulación comunitaria, empezamos a hablar de tipos de testeos, y nos transformamos sin querer en expertos que día a día agregaban nuevos conceptos, estrategias, etc. a nuestra bolsa de conocimientos precarios pero necesarios.
Después empezó el tema de las camas: las que faltaban y hubo que ubicar en nuevos hospitales (la Pandemia macrista había ignorado el tema Salud por completo), y a medida que empezaban los contagios, empezaron las internaciones y los fallecidos. Muy lentamente al principio, pero fueron agregándose los tratamientos paliativos, los recursos que faltaban y hubo que importar, y la importancia trascendente del personal de Salud. También hubo que aprender qué significaba ser "personal esencial" para poder circular, y qué negocios iban a ser los permitidos y cuáles no. Y un largo etc. que todos ya conocemos pero que no mencinaremos ahora para no abrumar (y aburrir).
Vacunas
Pasados algunos meses se inició la etapa VACUNAS: Rusia picó en punta con su Sputnik-V y despertó la desconfianza de todos los occidentalistas cristianos o protestantes del Oeste del Mundo. El tema "oposición al gobierno" merece un post aparte, tan denso, maligno y perjudicial para la Salud Pública de los argentino que merece un desarrollo pormenorizado en otro espacio. Pero la campaña Anti Sputnik trajo consecuencias tan negativas entre la población objetivo para vacunarse que, todavía hoy, se sienten: todavía algunxs se resisten a vacunarse, además de las vergonzosas manifestaciones antivacunas tanto en espacios públicos como en los medios.
Mi Pandemia
Pero mi crónica se ahora más personal. Junto con el surgimiento de la Sputnik V de Rusia (la 1ra. en estar registrada en el mundo), empezaron los ensayos para probar otras vacunas. Así, en nuestro país, comenzaron a convocar voluntarios para los ensayos de algunas vacunas: Pfizer (norteamericana), Sinopharm (china) y alguna más que ahora no tengo presente. Luego de pensarlo bastante, me decidí: me anoté 1ro. para los ensayos de Pfizer, y como no obtenía respuesta, me inscribí en los de Sinopharm.
Al poco tiempo me contactaron por teléfono, me formularon varias preguntas y me dijeron que me llamarían, en caso ser adecuado mi perfil para el ensayo. Y me llamaron. Iban a mandarme un auto para llevarme y traerme de vuelta luego del ensayo. Pero no tuve mucha suerte: me mandaron un auto de la empresa Cabify (competencia de Uber) y de chofer un viejo amargo que escuchaba a Etchecopar, y que a toda costa pretendía saber cómo era el tema de los ensayos clínicos de las vacunas, qué les daban a los voluntarios y hasta dónde me convenía ir para mi cita. Me mareó tanto que, en lugar de quedarme donde debía (un vacunatorio de la Fundación Huésped sobre la avenida Luis M. Campos) me hizo ir hasta la entrada del Hospital Militar, de allí varias cuadras a la vuelta donde, supuestamente, era la entrada y allí la odisea de querer entrar: yo no figuraba en ninguna lista. Lógicamente nunca iba a figurar: ese lugar era para los ensayos para la Pfizer. El que correspondía a Sinopharm estaba EN EL MISMO LUGAR donde me había bajado. Con toda la calentura encima desandé lo caminado (bastante y en subida) y llegué al vacunatorio. Cuando me llamaron, me hicieron un nuevo cuestionario y me controlaron la presión: había llegado A 16... Y por supuesto, me rebotaron. Demasiado alta para un ensayo de ese tipo. No sé qué era más grande, si la bronca o la decepción. Pero juré nunca más tomar un Cabify. No tenía mucho que ver, pero de alguna manera tenía que desquitarme.
Cuando empezaron a llegar las vacunas y el 1er. cargamento de las Sputnik V, por estar en el grupo de Personas de Riesgo, recibí el llamado para vacunarme: y la vacuna que recibí fue la Sputnik, la que yo quería, y la que, si me hubiera aplicado la Sinopharm (a menos que estuviera en el grupo que recibió placebo) no habría podido recibir. Esas vueltas del destino que en su momento resultan inexplicables se dieron a mi favor. No hay mal que por bien no venga, reza el dicho.
"Visitas"
Antes y durante todos esos episodios, la vida en Cuarentena continuaba y cumplía etapas: Fase 1, luego Fase 2, conferencias de prensa del Presidente mostrando "filminas" con gráficos, cifras, curvas explicativas que al principio nos fascinaban y que, con el tiempo empezaron a aburrirnos hasta que finalmente desaparecieron. La Cuarentena se hizo tediosa, y si bien no estaba en el grupo de los más perjudicadxs, sí continuaron mis cuidados, que también fueron relajándose desde lo más estricto hasta lo simplemente necesario, quedando resumidos en: uso del barbijo, distancimiento social e higiene de manos. Y, por supuesto, evitar las reuniones y visitas presenciales que no sean imprescindibles.
Dado el aislamiento estricto para evitar la propagación del virus, era imposible recibir visitas, pero cuando la urgencia requería la "visita" de algún servicio para reparar algo en la casa, el temor era inevitable, así que con precauciones y temores hacíamos entrar al técnico: reparar el calefón, la cañería o una llave de paso, fueron de las pocas tareas que alguien extraño hizo en la casa. No sin antes advertirle (por mensajería o Whatsapp) a la persona no olvidar traer barbijo.
Pero había unas "visitas" que, en mi caso, se transformaron casi en una rutina: las compras por Internet en Pandemia fueron una de las actividades más frecuentes (y más placenteras): el horno de pan, una tablet, una juguera, los barbijos del Conicet y varios productos más fueron las visitas que las compras online sí nos permitían. Y muchos comercios en su necesidad de vender (dada la prohibición casi absoluta de circular y de abrir los comercios) recurrieron al mismo mecanismo. Los carteles de ESTAMOS ENTREGANDO poblaban las páginas de Internet, las aplicaciones o las redes sociales, y muchos recurrimos a ellas.
Manualidades en Pandemia
Un capítulo especial merecen las actividades "en el hogar": soy amante de las artesanías y los trabajos con las manos. Así que las Cuarentenas fueron la excusa perfecta: con la ayuda invalorable de YouTube, aprendí a confeccionar barbijos (con bolsas reciclables), a tejer conectores de barbijos (al crochet, de varios modelos y colores) que, no solamente usaba cuando salía sino que regalaba más de una vez en mis salidas a vendedoras, por ejemplo, en algunos comercios.
Aprendí puntos de tejer a 2 agujas nuevos, así tejí gorros, cuellos, chales, bufandas, algunos de los cuales también regalé, porque eran demasiados gorros para una sola cabeza. Y por supuesto, aprendí a hacer pan casero en mi horno Atma, y hasta hice con éxito mi primer pandulce. Después los 2 siguientes fueron un fracaso, tengo que volver a intentarlo (pero no es fácil ni barato, con tanta fruta seca y demás). Veremos.
Y este año me animé con los amigurumis. Los veía pasar por YouTube pero no terminaban de convencerme. Ni siquiera sabía que significaban "muñecos tejidos" en japonés. Y entonces me animé: empecé con un animalito pequeño y fui aumentando, el tamaño y la dificultad. Desfilaron un pollito, un pingüino, un pollo más grande, me animé con Mafalda, Snoopy, una llamita, la Pantera Rosa, Hello Kitty y un erizo arcoiris. La fascinación de ir creando una figura, de darle mi toque personal por medio del tejido, es un placer que no conocía y que me dio gran satisfacción aprender. Entre medio, ya entusiasmada con el crochet, empecé a tejer otras cosas: gorros, chalinas, polainas... Y como me pasa siempre, termino regalando algunos porque son más de los que puedo usar.
Mi salud
El último capítulo muy personal de esta breve crónica se lo lleva, curiosamente, la salud.
Antes que comenzaran las restricciones más severas, me aseguré de aplicarme las vacunas disponibles para estar, en algún sentido al menos, protegida: antigripal, antineumococo, anti herpes zoter (ya había tenido 2 brotes y no quería más sorpresas desagradables). Así pertrechada, encaré la Pandemia incorporando todos los cuidados que quedaban en mis manos. Y acerté: ninguna de las enfermedades protegidas por sus respectivas vacunas me alcanzó. Tampoco el Covid (al menos hasta ahora, inmunizada con la Sputnik V y cumpliendo hoy, 11/8, mi 4to. mes de vacunada y esperando la 2da. dosis).
Sin embargo el tema Salud no se privó de invadir mi vida cotidiana. A saber...
-un bultito sospechoso en un pecho me sumió en la esperable angustia (por todo lo que implicaba) y que, afortunadamente y estudios mediante, supe que no era más que pura normalidad.
-terminado con bien ese episodio (y tal vez derivado del mismo) me encuentro con un pico de presión de 21 que me lleva de urgencia a la Guardia de mi obra social: me medicaron, me estabilizaron y volví a casa. Obviamente el paso siguiente fue consultar al cardiólogo: cambio de medicación, controles diarios, presión estable, todo bajo control.
-una molestia bucal me llevó al consultorio de un dentista (conocido de una amiga. Mi dentista personal, aparentemente, no estaba disponible). A partir de allí, arreglo de caries, tratamiento de conducto, colocación de perno y una corona. Me dolió el gasto económico, pero mucho más el dolor físico: el tratamiento de conducto me generó una semana entera de puro dolor, empastillada, sin poder dormir y a las puteadas en todas direcciones. Como consecuencia de alguno de los medicamentos contra el dolor, mi presión volvió a subir: nueva consulta en la Guardia, con el cardiólogo, reemplazo por medicamentos menos agresivos y vuelta a la (relativa) normalidad. Finalmente, pasó! Eso sí: prometí NO VOLVER hasta tener las 2 dosis de mi vacuna o hasta haber olvidado tanto sufrimiento. O sea, nunca.
-un día me levanto de la siesta y empiezo a sentir picazón en partes de mi cuerpo: ¿una pulga? Pensé. Mis mascotas están protegidas pero, nunca se sabe. Pero las marcas no eran de picaduras, sino manchas con volumen. La picazón empezó a extenderse: abdomen, brazos, hasta llegar a las muñecas. Insoportable. Luego de una consulta online con una médica de mi prepaga, corrí hasta la farmacia a comprar el antihistamínico. Pero ya había empezado a calmarse la picazón y las erupciones iban desapareciendo. No obstante, al otro día, el episodio se repitió: y entonces decidí, una vez más, ir a la Guardia de mi obra social. Al cambio de medicación por una más efectiva se agregó una dieta apropiada y, obviamente, tratar de averiguar QUÉ había producido tal reacción alérgica: dentro de las posibilidades estaban una salsa agridulce reción incorporada, un paté de hongos (que no era nuevo en mi menú), chocolate amargo al 100 % de cacao, unas sábanas de microfibra suavesísimas que recién había estrenado. Todavía no pude descifrarlo, porque ninguna de esas cosas volví a probar o usar. Pero con la nueva medicación la alergia cesó, gracias a Dios!
-esperando mi 2da. dosis de Sputnik (Parece que, dada la efectividad de la protección que genera la 1ra. dosis y la dificultad para producir, adquirir y distribuir vacunas en todo el mundo, se privilegió extender a la mayor cantidad de personas posibles la inmunización, pero el retraso en las 2das. dosis fue inevitable), recibo el aviso del GCBA de la posibilidad de optar, para mi 2da. dosis, por una vacuna diferente. Luego de estudios sobre el tema en varias jurisdicciones, se había concluido y aprobado que era seguro y efectivo combinar vacunas diferentes para recibir las 2das. dosis Anti Covid. Todo listo y preparado para aplicarme la vacuna (finalmente opté por aceptar esa opción en lugar de esperar la llegada de la Sputnik), me levanto el día de la cita y... no podía tenerme en pie por los mareos. Cerca de la hora elegida, tuve que cancelar la cita. Desde ese día (sábado) y hasta el lunes completo, la pasé más en la cama que levantada, casi sin comer, y sintiéndome una piltrafa humana. Mientras tanto, me llegaban nuevas invitaciones para aplicarme la 2da. dosis, que por razones obvias, no podía aceptar. Ahora que estoy mejor, solo espero restablecerme completamente para volver a esperar una nueva invitación para mi 2da. dosis. Mientras tanto, están llegando las Sputniks, desde Rusia y desde el laboratorio Richmond que, en nuestro país, formula y envasa el principio activo de la Sputnik V que viene desde Rusia: un orgullo para nuestro país.
La tecnología y la virtualidad
-¿Cómo era ANTES? ¿Quién podía imaginar la relevancia que iba a tener, en Pandemia, el uso de las tecnologías para los encuentros virtuales y la solución del problema del distanciamiento en Pandemia? La realidad nos fue llevando, de prepo, al cambio de hábitos. Habituada al uso de las tecnologías, no tuve demasiadas dificultades para adaptarme. Sin embargo, debí incorporar algo nuevo: las consultas médicas online. Me costó al principio, descubrí la importancia de los navegadores en el celular (google es "la madre" cuasi hegemónica de todos ellos) y debí someterme. Así pude consultar varias veces con profesionales con este sistema, uno de los pocos beneficios que me brindó mi prepaga de gama media tirando a baja. La otra "salvación" me la brindó la Guardia de mi obra social: la única forma de atención (casi) inmediata y a la que siempre pude acudir obteniendo respuesta. Ninguna de las 2 modalidades sirve por sí sola, una combinación de ambas (como con las vacunas) es medianamente satisfactoria.
Mientras tanto, y cuando la fulminante variante Delta amenaza a todo el mundo con nuevas penurias, hay en nuestro país una carrera por abrir paulatinamente todo mientras se vacuna a mansalva a todo Cristo, con 1ra. y 2da. dosis, aprovechando el aluvión de vacunas que, desde Julio, están llegando a nuestro país: Sputnik V, Astra-Zéneca, Sinopharm, Moderna... A esta altura, repetir como hace la oposición que "no hay vacunas" es pura necedad desmentida por la propia realidad.
¿Cómo será todo DESPUÉS? Cómo saberlo, si el presente no terminó, no sabemos cuándo y menos sabemos cómo. Tal vez debamos usar barbijos por largo tiempo todavía, mantener la distancia social con extraños parece (para mí) una medida saludable pero sí deberíamos poder tocarnos, abrazarnos, ¿besarnos? con quienes queremos y cuya proximidad y contacto extrañamos. Como extrañamos las calles y las Plazas llenas de compañerxs con los cuales compartir sentires e ideales. Lo que es casi seguro es que, como pasa con el virus de la Gripe, deberemos vacunarnos todos los años, y cuando las vacunas estén todas suficientemente probadas como para darles la aprobación definitiva, incorporarlas al calendario de vacunación anual y hacerlas obligatorias.
Pero hasta entonces, el cuidarnos se nos hizo hábito, al menos a muchxs, y llevará mucho tiempo cambiarlo hasta que el miedo al contagio desaparezca por completo. ¿Llegará alguna vez ese momento?
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Pandemia, vacunas y 2da. dosis.
El capítulo de mi vacunación, al menos en lo esperable y por ahora, está completado: ya tengo aplicada mi 2da. dosis y solo me resta esperar el tiempo recomendado para la generación de anticuerpos que aseguren la eficacia y prolonguen la protección de la vacuna en el tiempo. 21 días, aproximadamente.
Y parece cosa´e mandinga: otra vez la salud y el azar terminaron definiendo el epílogo.
Luego de cancelar el 1er. Turno ofrecido con la posibilidad de combinar vacunas me llegaron otros 2 ofrecimientos para vacunarme: siempre combinando y con la vacuna Moderna, donada por los yanquis. Pero yo seguía en malas condiciones, por lo tanto me limité a ignorar los ofrecimientos. Finalmente, justo a la semana de mi turno cancelado, llega el ofrecimiento para la aplicación de la 2da. dosis... de la vacuna Sputnik V. Aun sin estar segura de mi completo restablecimiento, por eso de "más vale pájaro en mano", acepté y agendé mi turno. Por si las moscas, no lo comenté con nadie y me limité a prepararme para el evento tan ansiado.
Tan ansiado que, cuando llegué al vacunatorio y exhibí mi confirmación llegada por mail, me advierten que me había confundido la fecha: no era para ése día día sino para el siguiente. My God...Me ofrecieron ver y hasta fotografiar tanto la caja de la vacuna como el frasquito con las dosis, y acepté: la 2da. dosis de Sputnik V que me aplicaron es... ¡la producida EN LA ARGENTINA por el laboratorio Richmond!!! Imposible un mejor epílogo para la odisea de mi vacunación.
Ningún efecto secundario hasta ahora pero, teniendo en cuenta los efectos de la 1ra. dosis (dolor en la zona de aplicación, entumecimiento y calor), no sería raro que, como esa vez, recién a los 15 días se produzcan los efectos.
Solo resta esperar los 21 días para sacarme otra duda: ¿estar aislada es una estrategia de cuidado?¿O una excusa para no socializar en forma presencial?
¿Será esta situación otra patología, consecuencia de la Pandemia? Cómo saberlo.
Hasta que los especialistas, finalizada la Pandemia, no se dediquen a analizar las consecuencias sociales, psicológicas y en todas las ramas humanistas del conocimiento, nos quedaremos con la duda.
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