martes, 24 de septiembre de 2013

Aquí nadie duerme... (En Las Meninas, tampoco...)

(¿Nunca les despertó curiosidad lo que ocurre cuando un museo cierra sus puertas y todos se van?)

_¿Qué pasa, mi niña Margarita? ¿Por qué esa cara? Vamos, no haga pucheros, que es sólo un rato y el pintor hará su mejor esfuerzo... y usted quedará con su sonrisa pintada para siempre. Míreme. No sea malita, que si usted me mira su carita será mejor vista y el pintor podrá mostrarla en toda su belleza. Aunque...pensándolo mejor, esa flor en su pelo luce hermosa así, si Ud. se ladea, que de otra manera sólo se vería en parte. En fin. Trate de no moverse que el vestido se desacomoda. ¡Queda Ud. tan linda con él, tan reina chiquita...! Vamos, que sólo será un rato, mi niña Margarita.

_¡Qué molesta esta María Agustina...!_ piensa Margarita. _Si sólo entendiera cómo me cansa este señor Velázquez: Que "póngase así, que quédese Ud. quieta, que sonría, que no se toque el vestido"... ¡Harta me tiene! ¿Que no entiende que no puedo estar todo el día, todos los santos días posando para él? ¿Que quiero jugar, andar corriendo por palacio, o por los jardines sin estos molestos vestidos que, lucirán muy bonitos pero maldita la gracia que me produce ir por allí como un pastel que camina? ¡Basta, señor Velázquez!, y basta padre de pedirle que me pinte. A esta altura bien podría pintarme de memoria... No puede ser que cada vez tenga yo que pararme como una muñeca, adornada y sonriente, a que él me pinte...!

_¡Quédate quieto, Nicolasito, no molestes ya a ese perro, que es más bueno que el pan, pero vas a acabar con su paciencia.
_¡Es que se duerme si no, Mari, y va a salir en el cuadro con los ojos cerrados, jajaaa!

_¡Qué niños que son! En lugar de preocuparse por verse bien, sólo se distraen con tonteras. Y lo importante es que yo, que sólo soy una joven de compañía, me veré más alta que la propia princesa, y una vez que las miradas se posen en ella, caerán sobre mí, que estoy parada, y luciré mejor y más atractiva. Que no seré princesa, pero tengo lo mío... Ese paje con el que hablé esta mañana, me lo dijo:
_"No necesita ser princesa para atraer las miradas, Doña Isabel. Le sobra belleza..."

_Padre Diego: éste no es nuestro lugar. Lo nuestro es la capilla, la oración, el confesionario o el convento...Al menos don Velázquez nos ubicará en la sombra y en un segundo plano, así nuestra presencia será menos notoria.
_Cierto, Sor Marcela. Pero, Ud. ve: parece que al obispo también hay que conformarlo, y nuestra presencia en el cuadro le dará placer...y orgullo! ¿Quién no quisiera estar en un cuadro del sr. Velázquez, eh? Así que...aquí estamos! Sin embargo, esperemos que sea breve esta situación, y que pronto termine la faena...

_¿Y yo, que soy quien pinta, el que expongo mi preciado talento, que soy pintor de la Corte, quedaré fuera? ¡No señor! ¡Aquí me pongo! Que si yo no los pinto, a ver quién pasará a la historia. De modo que acá me veréis, posando y pintando, y luciendo mi Orden de San Andrés (agregada más tarde, pero shhhhh...que ése es otro tema), no sea cosa que la posteridad me vea como un simple pintor de Corte...un empleado de la Corona, digamos. Que no es poco, vamos, pero uno no deja de ser un "pintor por encargo", ¿me explico?

_¡Don Velázquez...! Hermosa escena pero...¿no estaremos nosotros incluídas en ella? ¿Nosotros que pagamos sus honorarios, además de encargarle la pintura?
_Por supuesto, Sus Majestades, quedáos tranquilos, que para eso se han hecho los espejos, para que un pintor pueda incluir a los que están afuera...¿Lo véis allá al fondo, en pleno centro? Allí se verán vuestros rostros...
_Pero nos veremos pequeños, además de borrosos...
_...Como dos presencias angélicas que todo lo presiden y todo lo ven... (¡Qué tíos estos! Hay que alimentar sus vanidades para que no se pongan molestos...).

_Esta tierna escena familiar casi me ha dejado fuera, aún siendo el padre del pintor. Pero, si aún estando aquí en el fondo, corro la cortina y dejo pasar algo de luz, las miradas vendrán hacia mí. Nada mal, verdad? Que si yo no hubiera engendrado a este genio, España no podría lucirse con él como lo hace, y tampoco este rey tan vanidoso, ni su niña tan melindrosa, ni esas coquetas meninas... Ya sé que los futuros admiradores se preguntarán: _¿Quién es aquél del fondo que no se sabe si entra o sale, si sube o baja? Y entonces estarán hablando de mí, aunque no sea "nadie".

Y ahora...silencio!!!: el museo está abriendo sus puertas...

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